AFECTOS PIADOSOS
Alma mía, salta de júbilo, alégrate, regocíjate, ya tienes, ya posees y estás íntimamente unida a tu Jesús, a tu Dios. ¿Es posible, Señor, que sea tanta tu humildad que no te desdeñarás de entrar en mi pecho? ¿Quién hubiera podido imaginar tamaña dicha?
Que sienta mi alma la dulzura de tu presencia, que guste cuan suave es el Señor, para que, encendida en tu amor, no busque alegría ni contento fuera de ti, porque tú eres el gozo de mi corazón y mi felicidad sempiterna.
Tú eres el médico de mi alma que con tu sangre viniste a curar mis heridas; así es pues, sana mi alma que tuvo la inconcebible desgracia de pecar contra tu ley. Tú eres el Pastor que diste tu vida por tus ovejas v yo soy aquella que había perecido; pero que sin embargo hoy la apacientas con tu cuerpo y con tu sangre, tómame hoy sobre tus hombros. ¿Qué me podrás negar si te me has dado a Ti mismo?
¡Oh luz verdadera! que iluminas a todo hombre que viene a este mundo, ilumíname para que camine en las tinieblas del pecado que me llevarían a la región de la muerte eterna. ¡Oh fuego que siempre ardes y nunca te consumes! mírame tibio y aun frío, enciende mis entrañas y mi corazón para que ardan en tu amor, porque fuego viniste a traer a la Tierra y no quieres, sino que se encienda.
¡Oh Rey del Cielo y de la Tierra! rico en misericordia, heme aquí pobre y desvalido, Tú más bien que yo, conoces cuanto necesito, Tú solo puedes ayudarme y enriquecerme. Señor, ayúdame y de los tesoros de tu bondad socorre a mi pobrecita alma. Tú eres el Cordero de Dios, cordero sin mancilla que quitas los pecados del mundo, quita de mi cuanto me daña y te desagrada y dame lo que quieres ver en mí y que me aprovecha para la salvación.
Tú eres mi amor y toda mi alegría, Tú mi Dios y todas mis cosas. Consuma pues y abrase con la suavísima fuerza de tu amor, a mi alma, para que por amor de tu amor muera al mundo, ya que por amor de mi amor te dignaste morir en una cruz.
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