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ACTO DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS




Propuesto por Nuestro Santísimo Padre Pío Papa IX a todos los fieles, en cuya virtud se practicó en México el día 8 de diciembre de 1875. ".


¡Oh Jesús Redentor y Dios mío! que no obstante tu grande amor a los hombres, por cuya redención derramaste toda tu sangre preciosa, ellos en vez de corresponderte, te ofenden y ultrajan, especialmente con blasfemias y con profanaciones de los días festivos.

¡Quién me diera poder ofrecer a tu Corazón divino alguna satisfacción y reparar tanto olvido y tanta ingratitud con que la mayor parte de los hombres pagan tus beneficios! Quisiera manifestarte a la faz de todo el universo, cuan ardientemente deseo corresponder al amor de tu Corazón adorable y dulcísimo, honrarle y acrecentar su gloria. Quisiera por este medio obtener la conversión de los pecadores y despertar la indiferencia de tantos, que si bien tienen la dicha de pertenecer a tu Iglesia con todo no se mueven por los intereses de tu gloria y por los de la misma Iglesia tu Esposa.

¡Quisiera también poder sacar de su error a tantos católicos que, si por un lado hacen obras exteriores de caridad, por otro se empeñan en sostener sus opiniones, se resisten a someterse a las decisiones de la Santa Sede y alimentan sentimientos poco conformes a sus enseñanzas! ¡Acaben de comprender, Señor, que aquel que no oye a la Iglesia, tampoco oye a Dios, que en ella está siempre presente!

Para alcanzar estos fines tan santos, para conseguir el triunfo y la tranquilidad estable de la Iglesia, tu Esposa Inmaculada, el bienestar y la prosperidad de tu

Vicario en la Tierra, el cumplimiento de sus deseos e intenciones, la santificación y perfección del clero, la realización de tus designios.

¡Oh Jesús mío! la plena satisfacción de tu voluntad divina, la conversión de los pecadores, el adelanto en santidad de los justos, la salvación de nuestras almas y, por último, honrar tu amabilísimo Corazón, míranos aquí postrados a tus pies.

En tu presencia, Señor, en la de la Santísima Virgen María y de toda la corte celestial, reconozco y confieso solemnemente que en toda justicia, y ligado por el reconocimiento, te pertenezco absoluta y únicamente, Jesús mío, Redentor mío, fuente de toda felicidad espiritual y temporal, y uniéndome a las intenciones del Sumo Pontífice, consagro mi persona y todo lo que me pertenece a tu Sagrado Corazón y me comprometo a amarle y servirle con toda mi alma, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas.

Y para dar un público testimonio de la sinceridad que acompaña esta consagración, declaro solemnemente, Dios mío, que quiero en adelante honrar vuestro Corazón divino santificando las fiestas de precepto como lo manda nuestra Santa Madre la Iglesia y haciendo que también lo hagan todos aquellos sobre quienes tenga autoridad.

Estos santos deseos y las resoluciones que tu divina gracia me ha inspirado los pongo, Jesús mío, en tu adorable Corazón, con la esperanza de poder reparar en parte las injurias que recibes de los hombres y encontrar para mí y para mis prójimos la felicidad en esta vida y en la otra.


Así sea.


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