¡Oh Madre de piedad y de misericordia, bienaventurada Virgen María! yo miserable e indigno pecador, a ti recurro con todo mi corazón y con todo mi afecto y te ruego que por el gozo que sentiste al ser Madre de Dios, y por los santos afectos con que explayabas tu corazón en el tiempo en que tuviste a Jesús en tu casto seno, me concedas que ahora y siempre lo reciba con grande pureza y humildad.
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