
Eterno y omnipotente Señor, por aquella preciosísima Sangre que derramó tu divino Hijo en todo el curso de su Pasión, especialmente de las manos pies y costado en el árbol de la cruz, libra de sus penas a las almas del Purgatorio especialmente a aquellas por quienes tengo mayor obligación de rogarte o que merecen más nuestros socorros por haber profesado en vida particular devoción a los dolores de Jesús y de su afligidísima Madre María Santísima. Así sea.
Bendita y alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores y angustias de su Purísima Madre María Santísima, concebida sin la culpa original.
Amén.
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