
1. ORACIÓN AL PADRE ETERNO Eterno Padre, nosotros te ofrecemos la sangre preciosísima de Jesús, que con tanto amor y tantos dolores derramó por nosotros, de la llaga de su mano derecha; y por sus méritos y virtudes rogamos a tu Majestad divina, que nos des tu santa bendición, con la cual seamos protegidos contra nuestros enemigos y fielmente librados de todos los males, diciendo: la bendición del Dios
Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros, y permanezca siempre. Amén. Padre nuestro, Ave María y Gloria
2. SEGUNDA ORACIÓN AL PADRE ETERNO I. Eterno Padre, te ofrezco los méritos de la sangre preciosísima de Jesús, tu muy amado Hijo y divino Redentor mío, por la propagación y exaltación de mi muy amada Madre la Santa Iglesia; por la conservación y salud de su cabeza visible nuestro Santo Padre el Pontífice Romano; por los Cardenales, Obispos de las almas, Pastores y ministros del Santuario. Gloria al Padre, etc.
¡Bendito y alabado sea Jesús, que nos redimió con su sangre! II. Eterno Padre, te ofrezco los méritos de la sangre preciosísima de Jesús, tu muy amado Hijo y divino Redentor mío, por la paz y concordia entre los Reyes y príncipes católicos; por la humillación de los enemigos de la santa fe, y por la salud del pueblo cristiano. Gloria, etc.
¡Bendito y alabado sea Jesús, que nos redimió con su sangre! III. Eterno Padre, te ofrezco los méritos de la sangre preciosísima de Jesús, tu muy amado Hijo y divino Redentor mío, por la iluminación de los infieles, por la extirpación de las herejías, y por la conversión de los pecadores.
¡Bendito y alabado sea Jesús, que nos redimió con su sangre! IV. Eterno Padre, te ofrezco los méritos de la sangre preciosísima de Jesús, tu muy amado Hijo y divino Redentor mío, por todos mis parientes, amigos y enemigos; por todos los indigentes, enfermos y atribulados; y por todos aquellos por quienes sabes y quieres que yo deba orar. Gloria, etc.
¡Bendito y alabado sea Jesús, que nos redimió con su sangre! V. Eterno Padre, te ofrezco los méritos de la sangre preciosísima de Jesús, tu muy amado Hijo y divino Redentor mío, por todos aquellos que hoy han de pasar a la otra vida, a fin de que los libres de las penas del infierno, y los admitas muy prontamente a la posesión de tu gloria. Gloria, etc.
¡Bendito y alabado sea Jesús, que nos redimió con su sangre! VI. Eterno Padre, te ofrezco los méritos de la sangre preciosísima de Jesús, tu muy amado Hijo y divino Redentor mío, por todos aquellos que conocen y aman tan gran tesoro; por todos los que están unidos conmigo para adorarlo y venerarlo; y, en fin, por todos aquellos que trabajan en propagar su culto.
Gloria, etc.
¡Bendito y alabado sea Jesús, que nos redimió con su sangre! VII. Eterno Padre, te ofrezco los méritos de la sangre preciosísima de Jesús, tu muy amado Hijo y divino Redentor mío, por todas mis necesidades espirituales y temporales; por el alivio de las santas almas del purgatorio, y en primer lugar de aquellas que tuvieron mayor devoción al precio de nuestra redención y a los dolores y penas de la Santísima y amadísima María, nuestra Madre. Gloria, etc. ¡Bendito y alabado sea Jesús, que nos redimió con su sangre! Viva la Santísima Sangre de Jesús, ahora y por todos los siglos de los siglos. Amén.
3. TERCERA ORACIÓN AL PADRE ETERNO Recibe, Señor, toda mi libertad. Recibe toda mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad. Todo cuanto tengo o poseo, tú me lo has dado; todo ello te lo devuelvo, y me entrego enteramente para ser dirigido por tu voluntad. Te ruego solamente me des tu amor y tu gracia; así seré bastante rico, y no pediré jamás alguna otra cosa.
4. ORACIÓN DEL PAPA CLEMENTE XI PARA PEDIR A DIOS LO NECESARIO PARA SALVARSE Creo, Señor, pero haz que crea con más firmeza. Espero, Señor; pero haz que espere con más seguridad. Amo, Señor; pero haz que ame con más ardor. Me
arrepiento Señor; pero haz que me arrepienta con más vehemencia.
Te adoro como mi primer principio; te deseo como mi último fin; te alabo como mi perpetuo bienhechor; te invoco como mi propicio defensor. Con tu sabiduría dirígeme, con tu justicia contenme, con tu clemencia consuélame, con tu poder protégeme.
Te ofrezco, ¡oh Dios! mis pensamientos, para que sean en Ti; mis palabras, para que sean de Ti; mis acciones, para que sean conformes a Ti; mis trabajos, para que sean por Ti. Quiero todo lo que Tú quieres; lo quiero porque tú lo quieres; lo quiero como tú lo quieres; lo quiero mientras tú lo quieres.
Te ruego, Señor, que ilumines mi entendimiento; que inflames mi voluntad; que purifiques mi cuerpo; que santifiques mi alma. Te ruego que no sea inficionado por la soberbia, ni atraído por la adulación, ni engañado por el mundo, ni asediado por Satanás.
Dame gracia para purificar mi memoria, refrenar mi lengua, velar mis ojos, reprimir mis sentidos. Concédeme llorar mis pasadas iniquidades, rechazar las futuras tentaciones, corregir mis propensiones viciosas, adquirir mis respectivas virtudes. Dame, ¡oh buen Dios! el amor hacia Ti, el aborrecimiento de mí mismo, el celo por la salvación del prójimo, el desprecio del mundo.
Haz que procure obedecer a los superiores, ayudar a los inferiores, aconsejar a los amigos y no envidiar a nadie.
Haz que nunca olvide, ¡oh Jesús! tus mandatos y ejemplos, amando a los enemigos, sufriendo las injurias, haciendo bien a los que me aborrezcan, rogando por los que me calumnien. Concédeme vencer la voluptuosidad con la austeridad, la avaricia con la largueza, la ira coa la paciencia, la tibieza con la piedad.
Hazme prudente en los consejos, constante en los peligros, paciente en las adversidades, humilde en la prosperidad. Haz, Señor, que yo sea atento en la oración, sobrio en la comida, empeñoso en cumplir mis deberes, firme en mis propósitos.
Haz que cuide de alcanzar la santidad interior, la modestia exterior, las conversaciones ejemplares y una vida arreglada. Que sea vigilante, para domar la naturaleza, para acrecentar la gracia, para guardar los mandamientos, para merecer la salvación.
Que alcance mi santificación por medio de la sincera confesión de mis pecados, de la fervorosa recepción del cuerpo de Cristo, del continuo recogimiento de mi mente y de la intención pura de mi corazón.
Haz que en Ti aprenda, ¡oh Señor! cuán pequeño es lo terreno, cuán grande lo divino, cuán breve lo temporal, cuán durable lo eterno. Concédeme prevenir la muerte, temer el juicio, evitar el infierno y obtener el paraíso. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
5. ORACIÓN DELANTE DE UN CRUCIFIJO Heme aquí, mi amado y buen Jesús postrado en tu santísima presencia. Te ruego con el mayor fervor que imprimas en mi corazón los sentimientos de fe, esperanza, caridad, dolor de mis pecados y propósito jamás ofenderte, mientras que yo con todo el amor y toda la compasión de que soy capaz voy considerando tus cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Ti, Dios mío, el Santo Profeta David: Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos.
Indulgencia plenaria rezándola delante de un crucifijo después de comulgar y añadiendo alguna breve oración v. g. un Padre nuestro según la intención del Romano Pontífice.
6. ORACIÓN A JESÚS PRECEPTOR Un Credo todos los días, y en los de sus soberanos Misterios confesar, comulgar, oír Misa, y algo especial.
¡Oh nombre dulce! aceite derramado Por el mundo, con eco tan sonoro, Que por medio del sacro apostolado, En tus loores, del mundo hiciste coro: El corazón en ti saboréalo
Llena el labio e impregna el hueso y poro, Las médulas, entrañas y potencias, Sanando al alma y cuerpo las dolencias.
ORACIÓN Jesús mío dulcísimo, divino Redentor y Salvador de mi alma, que siendo el fin de tu venida del Cielo a la Tierra hacerte hombre en las purísimas entrañas de María Santísima, para enseñarnos con tu vida y ejemplo el camino que habíamos de tomar para subir de la Tierra al Cielo, padeciendo por nuestro amor soles, hielos, vientos, fríos, calores y agua; sonrojos, desprecios, afrentas y ultrajes; bofetadas, azotes, espinas y golpes; clavos, cruz, esponja y lanza, con una paciencia infinita: diciéndonos con el ejemplo, a tus discípulos, apóstoles y fieles, cómo nos habíamos de portar en lo que justamente padeciéremos por nuestros pecados; y dejándonos en ellos otras tantas puertas en sus prodigiosas vidas y muertes para que por ellas entremos en aquella santa Sion.
Yo te agradezco cuanto hiciste y padeciste por. nuestro amor, me conduelo de tus penas, dolores y trabajos, todas te las ofrezco en satisfacción de todos mis pecados, en especial las virtudes que nos enseñaste en este misterio (se nombra aquí el del día), uniendo a ellas las operaciones santísimas de nuestra Purísima Maestra María, las virtudes y ejemplo de tus sagrados apóstoles y discípulos; las virtudes y méritos de los ángeles, santos bienaventurados y justos, por cuya intercesión y merecimientos te pido, especialmente por el último instante en que tu ánima benditísima se apartó de tu sagrado cuerpo, me dirijas a tu servicio, y tengas piedad de los que hoy agonizan, y de esta mi pobrecilla alma cuando se aparte de esta carne mortal, auxiliándola tu bondad, la de tu Santísima Madre, ángeles, apóstoles y todos los Santos, para que en su compañía te vaya a ver en el Cielo.
Amén.
7. ORACIÓN AL DULCÍSIMO JESÚS Heme aquí, ¡oh dulcísimo y buen Jesús! postrado en tu presencia; yo, con gran fervor de mi alma te ruego y suplico con instancia, que te dignes imprimir en mi corazón vivos sentimientos de Fe, de Esperanza y de Caridad, verdadero dolor de mis pecados y firmísima voluntad de enmendarme de ellos; mientras con grande afecto y dolor de mi alma, me pongo a considerar y contemplar en mi mente tus cinco llagas, teniendo a mi vista aquello que decía de ti, ¡oh buen Jesús! el Profeta David: taladraron mis manos y mis pies, y contaron todos mis huesos.
8. ORACIÓN AL ALMA DE CRISTO Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh buen Jesús! escúchame. Dentro de tus llagas escóndeme. No permitas que yo me separe de ti. Del enemigo maligno defiéndeme. En la hora de mi muerte llámame. Y mándame venir a ti; Para que con tus Santos te alabe, Por los siglos de los siglos. Amén.
9. BREVE ORACIÓN A JESUCRISTO ¡Oh amabilísimo Jesús mío! Yo, (menciona tu nombre) para manifestarte mi reconocimiento y para reparar mis infidelidades, te doy mi corazón, y me dedico y consagro enteramente a Ti, y con tu auxilio, propongo no volver a pecar.
10. ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS ¡Oh Padre de las misericordias y fuente de todo bien! rendidamente te suplico por el Sacratísimo y amantísimo Corazón de tu muy amado Hijo Jesús, Señor y Redentor nuestro, en quien siempre tienes tu complacencia, que te dignes concederme a mí (menciona tu nombre) la gracia de una viva Fe, de una firme Esperanza, y de una ardiente Caridad hacia ti y hacia mi prójimo; como también la gracia de un verdadero dolor de todos mis pecados, juntamente con el firmísimo propósito de nunca ofenderte más en lo sucesivo: para poder vivir siempre según tu divino beneplácito, cumplir tu santísima voluntad en todas las cosas con generoso corazón y firme voluntad, y perseverar en tu amor hasta el fin de mi vida. Amén.
11. ¡OH JESÚS BENDITO! ¡Dios sea bendito! ¡Bendito sea su Santo Nombre! ¡Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre! ¡Bendito sea el nombre de Jesús! ¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar! ¡Bendita sea la grande y Santísima María, Madre de Dios! ¡Bendita sea su santa e inmaculada Concepción! ¡Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre! ¡Bendito sea Dios, en sus ángeles y en sus santos!
12. JESUCRISTO MI SALVADOR ¡Oh Señor mío Jesucristo! único Salvador del género humano, que ya dominas de un mar al otro mar, y del río a los confines de la Tierra; a fin de que, por la intercesión de la piadosísima Virgen María, tu Madre inmaculada, y del gloriosísimo Señor San José, te suplico que los dubitativos abandonen los ídolos, y se postren delante de Ti y se agreguen a tu santa Iglesia. Tú que vives etc.,
13. JESÚS REDENTOR DEL MUNDO ¡Oh Dios! que para la redención del mundo quisiste nacer, ser circuncidado, reprobado por los judíos, entregado por el traidor Judas con un beso, ligado con cadenas, conducido a la muerte como un inocente cordero, ofrecido indignamente en espectáculo ante los ojos de Anás, Caifás, Pilatos y Herodes, acusado por falsos testigos, atormentado con azotes y oprobios, cubierto de salivas, coronado de espinas, herido con bofetadas, golpeado con una caña, cubierto en el rostro, despojado de los vestidos, clavado en la Cruz, levantado en alto sobre esa Cruz, colocado entre los ladrones, refrigerado con hiel y vinagre y traspasado por la lanza.
Te ruego, Señor, por esas tus santísimas penas, que yo, aunque indigno, repaso en mi memoria, y por tu santa Cruz y muerte, me libres de las penas del infierno, y te dignes llevarme a donde llevaste al ladrón crucificado contigo. Que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén. Se añaden cinco Padre nuestro, Ave María y Gloria.
14. JESÚS PERDONA MIS PECADOS ¡Oh divino Jesús! Hijo encarnado de Dios, que te dignaste por nuestra salud nacer en un establo, llevar la vida en la pobreza, trabajos y miserias, y morir con dolores en la Cruz; te ruego que, en el momento de mi muerte, digas a tu Eterno Padre: Padre, perdónale, digas a tu querida Madre: He aquí a tu hijo; digas a mi alma: Hoy estarás conmigo en el Paraíso.
¡Dios mío, Dios mío no me abandones en aquella hora! Sed tengo, sí, Dios mío, mi alma está sedienta de Ti, que eres fuente de aguas vivas. ¡Mi vida pasa como una sombra, un poco más de tiempo, y todo quedará consumado!
Por esta razón, ¡oh adorable Salvador mío! desde este momento y por toda la eternidad, en tus manos encomiendo mi espíritu. ¡Oh Señor, oh Jesús, recibe mi alma! Amén.
15. JESÚS MÍO, GUÍAME ¡Oh Jesús dulcísimo! nuestro divino Maestro, que siempre burlaste los impíos artificios con que frecuentemente te asaltaban los fariseos; disipa los consejos de los impíos, y de todos aquellos que, con espíritu pequeño, maquinan enredar y sorprender con sus engañosas sutilezas a tu pueblo. Ilumina con la luz de tu gracia a todos nosotros, discípulos tuyos, para que no vayamos a ser corrompidos por la astucia de los sabios de este siglo, que siembran por todas partes sus perniciosos sofismas, para arrastrarnos también a sus errores.
Concédenos una luz de fe tan viva, que podamos conocer las asechanzas de los impíos, creamos
firmemente los dogmas de tu Iglesia, y rechacemos constantemente los sofismas de la mentira. Amén.
16. VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO Puesto de rodillas ante el Santísimo Sacramento y lleno de viva fe como si vieras con los ojos corporales a tu dulce Jesús, lo adorarás con estos o semejantes afectos:
Señor mío Jesucristo Hijo de Dios vivo; yo creo firmemente que estás gloriosísimo como en el Cielo en este santísimo sacramento y en él te adoro con todo el afecto y humildad de mi corazón, y deseo ardientemente dar mi vida en testimonio de esta verdad revelada.
Espero Redentor mío y todo mi bien, de tu infinita misericordia y amor infinito con que me has amado, por medio de este divino Sacramento, abundantes auxilios de tu gracia, para que fielmente te sirva y perfectamente te ame y alcance mi último fin, que eres tú, Dios mío, mi eterna y cumplidísima felicidad.
Te amo Dios mío con todo mi corazón sobre mí y sobre todas las cosas por ti mismo y quisiera amarte con infinito amor porque así lo mereces, y por eso con todo el odio de mi corazón aborrezco todos mis pecados, con los cuales te ofendí, y con sumo dolor me pesa de haberlos cometido y estoy resuelto a morir antes que pecar contra ti Dios mío, dignísimo y amabilísimo. Dame tu gracia, Dios mío, para así cumplirlo porque sin ella nada puedo.
Y no teniendo conciencia de pecado mortal harás la comunión espiritual diciendo: Te deseo ardientemente recibir, Dios y Redentor mío sacramentado. Ven, ven dulcísimo amor mío, ven dentro de mí y posee todo mi corazón, para que yo no viva sino para amarte a ti solo, ni obre cosa alguna sino por darte gusto.
Y asido de sus divinos pies dirás: ya tengo a quien deseaba y por quien suspiraba: ya tengo a aquel divino Señor, que es el único objeto de mi corazón y el dulcísimo centro de todos mis amores.
¡Ah! no te dejaré Dios mío, si no me echares tu bendición y con ella abundante gracia, para que yo viva siempre e incesantemente para ti solo, de ti solo y en ti solo sin tener otro gusto que tu divino beneplácito y con una confianza filial, amorosa y segura en ti, Dios mío, Creador mío, Señor y Padre amantísimo.
Te doy humildes y afectuosas gracias, Dios mío, por el primer pensamiento que tuviste de quedarte por mi amor en este Sacramento. Te doy humildes gracias porque te quedaste en este dulcísimo Sacramento para alimento de mi alma, para mi consuelo y amparo.
Y ¿quién soy yo ¡oh Dios mío! quién soy más que una asquerosa nada? Yo te doy humildes e infinitas gracias con el afecto, porque por estar conmigo y por amor mío, en este Santísimo Sacramento has tolerado y toleras tantas injurias, ultrajes e irreverencias de los infieles herejes y malos católicos.
¡Ojalá Dios mío! pudiera yo convertirlas todas en actos de adoraciones, de obsequios y de amor para contigo, ¡oh amor mío sacramentado! Lo haría con todo el afecto de mi corazón, aun a costa de mi sangre, de mi vida y de todo mi ser. Y ahora ¡oh amado de mi corazón! aunque me aparto de ti con mi cuerpo, dejo mi corazón encadenado a tus pies para que siempre e incesantemente te adore y ame en este Santísimo Sacramento.
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